Desde la época árabe, Madrid tuvo, además de los habitantes que residían de murallas adentro, otros que vivían diseminados extramuros. Más tarde, un mercado al aire libre, inmediato a la puerta de Guadalajara, dio origen a la plaza del Arrabal, luego plaza Mayor, que en el siglo XVI si convirtió en el centro de la villa y del mundo, donde se celebraron juegos de cañas, corridas de toros, autos d fe, representaciones teatrales, etc. Ermitas y conventos atrajeron a otros pobladores, surgiendo los arrabales de San Ginés, San Martín, Santa Cruz, San Millán y San Francisco, que acabaron fundiéndose y siendo rodeados por una cerca, en que se abrían las puertas del Sol y otras. Instituciones y personalidades se albergaron en esta zona, dejando en segundo plano al primitiva, y calles como la Mayor, la de Arenal, la de Toledo y la de Atocha pasaron a ser vías fundamentales. Desde la época clásica a la actual estos lugares han inspirado multitud de páginas literarias.